Paul Weller está enfadado, y apunta a Spotify y Boris Johnson

El cantautor inglés publica disco acompañado de la sinfónica de la BBC, pero hacerlo no le ha suavizado en lo más mínimo

Paul Weller habla en un raro día libre que le deja la gira que hace por Gran Bretaña; hasta por teléfono, su famosa energía e inquietud es tangible. No es difícil imaginarle dando vueltas por su habitación de hotel. Una vez caminé con él por una calle del West End londinense una tarde de principios de verano, en que las oficinas ya estaban vacías y las aceras frente a los pubs aparecían llenas, y me llevaba a un ritmo agotador. El Modfather [juego de palabras entre Godfather, por la película «El Padrino», y mod, la tribu juvenil urbana a la que se adscribía en sus orígenes, a finales de los setenta, con la banda The Jam] va a todo gas.

A los 63 años, el compositor que compuso la banda sonora a la que The Jam hizo bailar a la Inglaterra de la época — quien luego se relocalizó en el soul y el jazz inmaculadamente ataviado junto a su siguiente banda The Style Council y que, más tarde, empezó una carrera en solitario que sigue dando gloriosos frutos — parece estar aún pisando el acelerador a fondo. Ocho hijos con cuatro parejas — incluidos sus gemelos, que llevan los espléndidos nombres Bowie y John Paul — un calendario de giras agotador, deja cada vez menos brechas entre álbumes: abandonar el alcohol en 2010 le ayudó a recalcular, después de años en los que la bebida estuvo quitando filo a su antigua navaja.

Quizá le rompió el corazón a sus fanáticos al terminar The Jam en 1982 — y, para ellos, al abandonar el agit-pop para convertirse en un melódico más — pero, aún así, Weller aún echa fuego: la sola mención de los errores recientes de Boris Johnson hace que salgan del autor de In The City valiosas perlitas.

«Preferiría tener a Peppa Pig de primera ministra,» dispara. «Es la misma mafia, es Eton Rifles [su canción, donde habla de los privilegiados alumnos de la famosa escuela de élite] otra vez, ¿no? Los mismos viejos compinches, todos cuidando de sí mismos. La única diferencia es que ahora ni siquiera se molestan en cubrir sus huellas. Son tan arrogantes… como si admitieran, ‘sí, somos corruptos, vete a la mierda’. Estamos en un estado de cosas chocante.»

Weller no se corta al opinar sobre el enfrentamiento entre artistas, plataformas de streaming y los principales sellos discográficos por la distribución de los ingresos de redifusión de la música, de la cual, dice, recibe una miseria. “Es solo codicia al final de todo; lucro y codicia. Se supone que todo debería ser más transparente ahora, pero sabemos muy bien que esto todavía no es así. Igual que el Gobierno: nadie intenta ocultarlo. Si ves la situación del streaming, es una puta broma, un insulto.»

“Hay personas que ganan miles de millones con la redifusión. Pero es igual a todo el engaño de los sesenta y setenta: Tin Pan Alley estafando a los artistas, los Beatles cobrando un centavo por venta de álbum entre ellos, toda esa tontería. Quieren aparentar ser más modernos y abiertos, pero todo sigue siendo lo mismo.»

Weller, claramente, no es un sentimental del pasado, pero admite cierto grado de desesperación porque la desigualdad de ingresos y las mayores privaciones financieras — causadas por la pandemia y el visado post-Brexit y las reglas de las giras — podrían afectar al futuro de la música y los músicos. “Realmente lamento la situación de los artistas jóvenes. Es un poco más fácil para alguien como yo, tengo mi catálogo. Pero los artistas jóvenes están jodidos. No reciben regalías, tienen que tener cientos de miles de visitas antes de que las discográficas siquiera se molesten en recibirlos, y si los fichan, igual no les pagan. La gente me dice: ‘Bueno, siempre puedes cobrar en los directos, ¿no?’. Ya, sí, pero solo si tocas para un cierto número de personas. Si tocas en pubs y clubes, probablemente ganes el mismo dinero que yo hace 40 o 50 años: un par de cientos de libras por noche entre tres. Es una burla.»

Músico que ha sorprendido siempre a lo largo de sus 43 años de carrera, Weller está a punto de lanzar otro tiro libre indirecto: An Orchestrated Songbook es un álbum de canciones extraídas de su catálogo antiguo, grabado en vivo en Londres la primavera pasada con el director y compositor Jules Buckley y la Orquesta Sinfónica de la BBC. La lista de canciones va desde English Rose — extraido de la obra maestra de The Jam de 1979, All Mod Cons — hasta las pistas del álbum más reciente de Weller, Fat Pop (Volume 1), de este año. Los delicados y exuberantes arreglos de Buckley engarzan delicadamente los temas a través de todas las décadas que abarca.

Visto con dulzura, Weller es la humildad personificada que deja estallar brevemente un honesto orgullo mientras habla del proyecto. “Estoy realmente agradecido por la oportunidad de hacer esto; no es algo que hubiera podido hacer yo solo. Me entregué por completo a Jules porque este tipo de cosas están realmente fuera de mi alcance.»

“Fue interesante escuchar algunas de las canciones, las más antiguas especialmente, en estos diferentes arreglos. Escuchar temas viejos de The Jam como English Rose y Carnation fue casi como escuchar música no escrita por mí. Y me dio, y espero que esto no suene arrogante, una mejor apreciación de algunos de esos temas de antaño. Los pude ver bajo una luz diferente.»

En sus directos, Weller ha oscilado durante mucho tiempo entre una negativa cerrada a ‘ensuciar’ sus setlists con éxitos, y estallidos repentinos de selecciones que hacen las delicias del público. En esta gira ha hecho un poco de ambas cosas. Pero no es que sea perverso, insiste; más bien, proviene del deseo de mantenerse comprometido.

“A veces me canso de tocar determinadas canciones de tanto repetirlas. Pero cuando estaba armando la lista de canciones para esta gira, repasaba viejos setlists y pensé: ‘¿Sabes qué? Echo de menos tocar Shout to the Top o My Ever Changing Moods o lo que sea’. Vuelvo a ellas, incluso aunque haya noches en que no tenga ganas de hacerlo. Depende. Cuando tocamos Town Called Malice toda la sala explotó. ¿Cómo no me iba a divertir con eso? Es muy conmovedor y energizante. Después de todo lo que ha pasado, ahora estoy feliz de tocar cualquier tema en cualquier lugar. Incluidos bar mitzvah y bodas.»

Todavía le preguntan si reformará a The Jam, pero sigue convencido de que nunca sucederá. Su banda actual, y él mismo, están viendo Get Back — la obra de Peter Jackson sobre los Beatles, a quienes Weller venera — y no le importa que, en partes de la película, ocurra muy poco. «Esa es a menudo la realidad de una banda: te quedas sentado, sin llegar a ningún lugar, y de pronto encuentras el ‘lugar’ al que quieres llegar.»

Weller está contento por la separación de los Beatles. «¿Te imaginas si hubieran continuado juntos? ¿Los Beatles en los ochenta? ¿Con esas jodidas cajas de ritmos y secuenciadores? Su legado está ahí asegurado para siempre. Si hubiéramos continuado, la gente no hablaría de The Jam de la forma como habla ahora. Tampoco es que nos compare con los Fab Four, obviamente.»

El eclecticismo del trabajo en solitario de Weller al final de su carrera no tiene parangón. Comenzando con 22 Dreams en 2008, ha lanzado ocho álbumes en una sucesión de éxitos que sus pares no están cerca de igualar. “No quiero hacer nunca una grabación deficiente, menos a mi edad. Lo mío es solamente una manera de pensar. La gente llega a cierta edad, se cierra ante las cosas nuevas y se queda feliz, estancada en la época en que tenía 15 años.»

Weller dice que nunca podría unirse al circuito del ‘legado corporativo’ y terminar produciendo éxitos por dinero, publicando para cobrar pero vacío por dentro. «No, colega, eso no va conmigo. Preferiría ir a tocar covers en un pub.» Y se pone a caminar, buscando su próximo objetivo musical. Y que siga caminando.

Artículo de Dan Cairns
Publicado / actualizado en The Times el jueves, 2 de diciembre de 2021

Traducido al español por Alejandro Tellería-Torres

Enlace al artículo original en inglés: https://www.thetimes.co.uk/article/paul-weller-is-angry-take-cover-spotify-and-boris-johnson-nkdwlkrnh