
THE GUARDIAN — JUEVES, 19 DE JULIO 2018
Boris Johnson ha hecho uso de un punzante discurso de renuncia para decir a los parlamentarios que «no es demasiado tarde para salvar al Brexit», pero se cuidó de desafiar la autoridad de la ya maltrecha primera ministra Theresa May.
El exministro de exteriores, que renunció al gabinete la semana pasada por la estrategia de negociación de Chequers en mayo, dijo que el gobierno permitió que una «niebla de incertidumbre» descendiera desde el discurso que dio en Lancaster House en enero de 2017, donde sugería un «amplio, audaz y ambicioso acuerdo comercial «con los 27 países de la UE.
Ayer por la tarde, May advirtió — durante una reunión con sus parlamentarios — de los riesgos de una elección general. Las cabezas del Partido Conservador dijeron después que ella había capeado algunos días febriles en Westminster, y que sobreviviría para reanudar la batalla con el bando conservador intransigente del Brexit después del receso de verano.
Un sombrío Johnson dijo a la Cámara de los Comunes: «No es demasiado tarde para salvar al Brexit. Tenemos tiempo en estas negociaciones. Hemos cambiado el rumbo una vez y podemos cambiar de nuevo. El problema no es que hayamos fallado al defender el acuerdo de libre comercio como lo definimos en Lancaster House: el problema es que ni siquiera lo hemos intentado defender.»
También pareció arremeter contra sus compañeros de partido — incluyendo a su antiguo rival Michael Gove — que han optado por permanecer dentro del gabinete, creyendo que podrán luchar por hacer cambios en el acuerdo más tarde.
«Es absolutamente absurdo imaginar, como temo que algunos de mis colegas imaginan, que de alguna manera nos podemos permitir hacer un tratado chapucero ahora, hacer una pausa y recuperar el tema central más adelante», dijo Johnson, «porque hemos visto incluso en estas conversaciones cómo lo supuestamente provisional se convierte en eterno.»
Johnson no hizo un llamado para que May diese un paso al costado y dimita, ni instó a sus partidarios a enviar cartas a Graham Brady, presidente del influyente comité conservador ‘1922 Committee’, 48 de los cuales podrían provocar una moción de censura y potencialmente un desafío al liderazgo de May.
Sin embargo, Johnson sí dedicó gran parte de su discurso a criticar la estrategia de negociación que ha sido supervisada personalmente por May. Jacob Rees-Mogg, presidente del grupo de parlamentarios pro-Brexit ERG, describió más tarde el discurso como «digno de un estadista».
La partida de Johnson — junto a las del exministro del Brexit David Davis, el ex viceministro del Brexit Steve Baker y un puñado de figuras gubernamentales más jóvenes — ha subrayado las profundas divisiones en el Partido Conservador, y el enigma que enfrentará May cuando trate de negociar un acuerdo que satisfaga al Parlamento.
Tanto Davis como Baker hicieron muestra de músculo en la Cámara de los Comunes el miércoles, llegando el exministro del Brexit a pedir a la primera ministra que publique un documento que encargó elaborar sobre los acuerdos pasados de la UE.
Se había advertido repetidamente durante varios años del crecimiento del escándalo de Windrush, tanto en el ministerio de exteriores como en el del interior, pero no se tomaron medidas, y se han conocido nuevos detalles de la persistente incapacidad del gobierno para responder al problema.
La cuestión de que los residentes de edad avanzada nacidos en el Caribe fueran clasificados erróneamente como inmigrantes ilegales fue planteada formalmente en 2016, por ministros de exteriores del Caribe con el entonces ministro de exteriores Philip Hammond durante el foro bianual entre el Reino Unido y el Caribe celebrado ese año en Freeport, Bahamas. El alto comisionado del país caribeño afectado dijo que los funcionarios alertaron al ministerio de exteriores por lo menos media docena de veces desde el año 2013 en adelante sobre el problema, pero fue en vano.
Foto: Cliff Richard sale del tribunal superior después de haber recibido £210.000 en daños y perjuicios en el juicio por privacidad que ha entablado a la BBC. El caso proporcionó detalles muy incómodos sobre cómo se hace periodismo.




