Tina Turner, fallecida esta semana a los 83 años, disfrutó de su mayor éxito en los años ochenta con el trío de álbumes Private Dancer, Break Every Rule y Foreign Affair, vendiendo más de 20 millones de copias entre los tres y generándole una serie de giras mundiales sin precedentes. Pero esta feliz historia pudo haber sido distinta si la oriunda de Brownsville (Tenesí), no hubiera iniciado una de las asociaciones más incongruentes de la música pop: una colaboración con los Heaven 17, destacados pioneros del synth-pop de Sheffield.
Turner viajó a Gran Bretaña en 1982 cuando tenía poco más de 40 años después de divorciarse de su esposo abusivo y excompañero de banda. Como «Ike & Tina Turner» tuvieron éxitos en los setenta con temas como River Deep – Mountain High y Nutbush City Limits, pero para ese año su carrera como cantante solista estaba estancada, tenía poco dinero y, aunque Capitol Records todavía tenía su ficha, no hacía ningún movimiento para promocionarla. Así, en ese momento Tina se encontraba buscando una nueva identidad e imagen musical.
Que la reina del emotivo rock ‘n’ roll estadounidense encontrara todo aquello en dos guerreros del teclado new wave de una mustia ciudad industrial del norte de Inglaterra decía mucho sobre su espíritu aventurero y sus ganas de cambiar. También iniciaría fructíferas colaboraciones con músicos británicos como Mark Knopfler, Jeff Beck, Sir Rod Stewart y David Bowie. En Londres, Turner declaró más tarde sobre este período, «se sentía como en casa»: no es exagerado decir que Gran Bretaña salvó su carrera.
A principios de los ochenta, Martyn Ware y Glenn Gregory lideraban la revolución de la música electrónica. Ware había dejado su banda anterior, los mundialmente famosos Human League, y, junto con otro exmiembro de esa banda, Ian Craig Marsh, habían formado una compañía de producción de música experimental llamada British Electric Foundation (BEF). El grupo de tecnopop Heaven 17, con Gregory como cantante principal, fue uno de los primeros proyectos de BEF.
Otro proyecto que BEF tenía en recámara era un álbum de versiones de viejos clásicos del soul y pop cantados por cantantes famosos. El álbum se llamó, concisamente, Music of Quality & Distinction Volume One; Ware había conseguido que James Brown cantara la canción Ball of Confusion de los Temptations pero, al exigir Brown a último momento una parte demasiado grande de las regalías, Ware abortó la grabación y empezó a buscar, desesperadamente, a un nuevo cantante para completar el trabajo. En una reunión fortuita en la oficina de una compañía discográfica en Londres, un amigo común sugirió a Turner, cuyo estilo seducía mucho a Ware. Ella, en una suerte de encrucijada musical, accedió a hacerlo.
Las sesiones no tuvieron un gran comienzo. “[Tina] Entró al estudio y dijo: ‘Y… ¿dónde está la banda?’,” recuerda Ware. “Le señalé el Fairlight [un aparato sintetizador y sampler digital] y le dije: ‘Aquí dentro está todo’.” Turner tenía recuerdos igualmente desconcertantes sobre el novedoso equipo: “Parecía una máquina de rayos X. Ponen unas bandejitas dentro y sale sonido y uno ya está cantando. Me quedé pensando: ‘No sé cómo sucede todo esto pero no importa. Suena muy bien’.»
Turner bordó Ball of Confusion en la primera toma. Incluso hoy la canción suena espectacularmente futurista, dada su poderosa y conmovedora voz. Una segunda canción — una versión de A Change Is Gonna Come de Sam Cooke — sigue siendo simplemente fascinante.
“A primera vista, es incongruente,” dice Dhivya Kate Chetty, directora del documental de la BBC When Tina Turner Came to Britain [Cuando Tina Turner llegó a Gran Bretaña]. “Me refiero a estos dos electro-nerds de los ochenta y a Tina Turner, una reina del soul. Y sin embargo, Glenn y Martyn insisten en que crecieron adorando la música soul negra y que Tina era una diosa para ellos. [N. del trad.: desde la década de los años sesenta llegaron al norte de Inglaterra discos de artistas negros americanos con poca venta en Estados Unidos, comprados a precios de descuento debido a la crisis de posguerra, en un fenómeno musical conocido como Northern Soul.] Ciertamente, se ve un poco extraño en el papel, pero este matrimonio realmente pareció funcionar.” Y no era que Ware y Gregory fueran los únicos artistas del synth-pop atraídos por Turner: Vince Clarke de Erasure, antes Depeche Mode y Yazoo, declara ser su fan desde entonces. “Ahí es donde están mis influencias: en el blues de gente tipo Muddy Waters y Tina Turner,” dice.
Pero esto fue solo el comienzo. Turner y su manager Roger Davies quedaron tan impresionados con el trabajo de BEF que pidieron a Ware y Gregory trabajar en canciones para el nuevo álbum de Turner, Private Dancer. Davies había estado a la caza de nuevos sonidos mientras estaba en Londres, literalmente llenando una bolsa de deportes con casetes de los artistas emergentes del momento. El dúo de South Yorkshire encajaba a la perfección: el resultado fue el sencillo de 1983 Let’s Stay Together, versión del tema de Al Green que reintrodujo a Turner en el mundo de la música. Fue un éxito mundial que alcanzó el puesto seis en las listas de Reino Unido, y fue el disco de 12 pulgadas más vendido en la historia de Estados Unidos. El poderío de Turner había regresado, más fuerte que nunca.
Let’s Stay Together fue emitida en el programa de televisión británico The Tube en diciembre de 1983, con un Ware impávido por los nervios interpretando los coros del tema junto a Gregory enfundados en sendos trajes cruzados de tipo ochentero. Fue una actuación definitoria de osadía por parte de Turner, quien iba vestida con su hoy icónico atuendo de mujer de las cavernas atemporal. Para Ware fue una experiencia alucinante.
“Dos empollones del electro-soul de Sheffield vestidos de traje, extrañamente puestos al lado de Tina y sus bailarinas vestidas como los Picapiedra. ¿Estuvimos geniales? ¿O ellas estuvieron geniales y nosotros demasiado estirados? Solo Dios sabe,” escribió Ware en su autobiografía Electronically Yours. Pero esta presentación hizo que el mundo de la música hablara. “Volvió a Estados Unidos como una estrella,” dijo Malcolm Gerrie — productor ejecutivo de The Tube — en el documental de Chetty.
Pero Gran Bretaña siguió siendo su hogar musical: Private Dancer también traía el superéxito global What’s Love Got To Do With It, coescrito por Terry Britten, oriundo de Manchester. La canción — que ganó tres premios Grammy y fue el primer número uno de Turner en los Estados Unidos — había sido grabada originalmente por Bucks Fizz, una banda británica de pop ligero que por ese entonces había ganado el festival de Eurovisión.
Aunque Turner inicialmente se mostró escéptica sobre la canción (según Britten, decía que el original era «muy blanco, muy pop» y «terrible»), le redujo la velocidad al arreglo y lo hizo suyo. La canción principal del álbum, Private Dancer, fue escrita por Mark Knopfler de los Dire Straits y su vídeo musical fue filmado en el Rivoli Ballroom del sur de Londres, y coreografiado por Dame Arlene Phillips.
Phillips me dice que Turner tuvo que venir a Reino Unido para que la gente la apreciara de nuevo. “Lo que pasa es que algunos artistas de repente se vuelven tan familiares que tiendes a dejarlos salir de tu vida después de un tiempo. Y de un momento a otro, con este giro inusual que dio al establecerse en Reino Unido, quienes nunca habían sabido de la existencia de Tina de pronto se dieron cuenta de que ella era la artista número uno en sus vidas. Aquí hacemos algo diferente: creamos música que realmente hace que las personas sientan que pertenecen a un club, que pertenecen a ese artista,” dice Phillips.
Agrega que Davies, el agente de Turner, merece gran parte del crédito. “Ella no tenía nada de hambre de fama o fortuna, en absoluto. Simplemente tuvo un muy buen agente que le dijo: ‘Espera, espera: vamos a hacer que este mundo se enamore de ti como la primera vez’.”
El rodaje en Rivoli fue el último evento antes de que se cerrara el salón de baile para quitar el asbesto del techo. «El local estaba muy deteriorado,» dice Phillips, pero Turner estaba al centro de todos, “contando historias y estando ahí para ayudar en lo que hiciera falta. Es un recuerdo muy hermoso.”
Chetty cree que un elemento de racismo influyó en la mudanza de Turner a Reino Unido. «Creo que la gente de la industria de la música le dijo, en términos muy poco ambiguos, que era demasiado mayor, tipo ‘¿quién va a comprar discos de una negra vieja?’. En Gran Bretaña ya había tanta consideración por los músicos afroamericanos que eso se lo puso más fácil aquí,” afirma.
Pero si Gran Bretaña proporcionó el trampolín desde el que Tina Turner saltó hacia la fama global definitiva, el acto de elevarse se debió únicamente a ella misma. “Como intérprete trabajaba visceralmente, desde la fuerza y la potencia, pero las combinaba con ternura, humanidad y belleza,” dice Phillips. “Cuando filmábamos Private Dancer hubo momentos en que Tina tenía lágrimas en los ojos. En cada actuación alcanzaba su límite emocional. Y como público asistiendo a esa actuación, uno no podía evitar sentirse totalmente entregado y conectado con lo que estaba diciendo.”
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Artículo de James Hall
Publicado por The Telegraph el jueves, 25 de mayo de 2023 (18:07 hrs)
© Alejandro Tellería-Torres — derechos reservados de esta traducción al español
Enlace al artículo original [en inglés]: https://www.telegraph.co.uk/music/artists/tina-turner-britain-career-heaven-17-mark-knopfler/

Un comentario sobre “Estados Unidos rechazó a Tina Turner, el synth-pop británico la rescató”